Recuerdo mejor lo que sentí que lo que vi y escuché aquella tarde de amistad y oración, servicio y confusión, traición, negación y misericordia, entrega y perdón; de AMOR, luz y música en la historia de Quien es la Vida de mi vida. Hace cinco años.
Fue un regalo, una invitación de Dios en la voz de alguien que está lleno de Él, de todo lo que ama y transforma y que hace Su Palabra puente y acción de gracias. Alguien que es importante para mí porque el tiempo compartido me lo ha vestido de esperanza y misterio, de confianza en la providencia de Dios y en la ternura con que su Espíritu nos inspira.
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